martes, 22 de noviembre de 2011

¿Por qué ponemos la CORONA de ADVIENTO?

Pbro. Juan Francisco Espino Godinez
Pontificia Unión Misional
Secretario Nacional

Originalmente la corona de adviento era una tradición de los germanos, que al colgarla sobre sus cabezas iluminada con velas, pedían durante el invierno que llegara la primavera. Sin embargo para nosotros tiene un significado diferente, que el Papa Benedicto XVI ha tomado y rescatado. ¿Te has fijado que en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, se pone la corona de adviento cada año a partir de su pontificado?
     La corona de adviento nos ayuda a prepararnos a la Navidad durante el tiempo de espera, es decir, el Adviento. Cuatro semanas esperamos a que nazca Jesús en Belén, y vamos poco a poco iluminando nuestra corona para dejar ver que aquel que es la luz del mundo se acerca a nosotros.
     Ye ves, una, dos, tres velas iluminadas y entiendes que cada vez está más cerca la Navidad. Cuando la cuarta vela se ilumina ya está casi aquí. El día de la Navidad, en algunos lugares se coloca el Cirio Pascual en medio de la corona, para representar a Jesús recién nacido.
     Conforme iluminamos una a una la velas -la de la tercera semana de color rosa para simbolizar el "Domingo de la alegría"-, vamos recordando que estamos en tiempo de preparación: hemos de hacer un lugar a Jesús en nuestro corazón, en nuestra familia, en nuestra sociedad, en el corazón de la Iglesia y de todos los hombres.
      Así es que ya sabes: prepara tu corona, ponle cuatro velas, tres iguales y una rosa. Antes de encenderla en tu casa, reunidos todos en familia, escuchen el Evangelio del domingo y platiquen de él, oren a Jesús y pídanle que venga, y a la Virgen María y a San José que nos ayuden a estar listos para la llegada de nuestro Señor Jesucristo.
      El Adviento comienza en este año el 27 de noviembre. Preparar en nacimiento de Jesús implica hacer también un cambio en nuestra forma de ser, en nuestro entorno para que sea cada vez mejor. ¡Manos a la obra, preparemos la venida del Señor con un corazón bueno y bien dispuesto!

Tomado del número de noviembre de la revista Sembradores.




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