domingo, 27 de noviembre de 2011

María de la Esperanza

Les compartimos una oración que servirá para este tiempo de espera...
María de Nazareth, madre de nuestro Señor, compañera de nuestras marchas, ven a visitarnos, quédate con nosotros.
Te necesitamos, madre buena, vivimos tiempos difíciles, atravesamos bajones, tenemos caídas, nos agarra la flojera, nos inmoviliza  la apatía, nos da rabia la solidez de la injusticia.
María, virgen de la Esperanza: Contágianos tu fuerza, acércanos el Espíritu que llena tu vida. Ayúdanos a vivir con alegría, a pesar de las pruebas y las cruces que encontramos en el seguimiento de tu hijo.
Que no nos desaliente la lentitud de los cambios, que las espinas de la vida no nos ahoguen la semilla del Evangelio. Que no perdamos la utopía, madre buena, de creer que es posible otro mundo y otra sociedad. Que no bajemos los brazos en la lucha por la justicia y en la práctica de la solidaridad. Que no se enturbie nuestra mirada, al punto que no veamos la luz del Señor que nos acompaña siempre, que camina a nuestro lado, que nos sostiene en los momentos duros.
María, vos creíste y te jugaste la vida. Y no te fue fácil. También pasaste tiempos de incertidumbre, de no entender las cosas que pasaban, de sufrimiento y soledad. Y saliste adelante, con buen ánimo y entrega. Nos enseñaste con tu ejemplo que para dar vida hay que entregar la vida, todos los días, en las buenas, y en las malas, y en las más o menos. Siendo un muchacha, estando comprometida, corriste el riesgo de decir sí al plan de Dios. Confiaste en El y el sueño de Dios se hizo realidad.
Madre, en nuestros días Dios sigue soñando. Su Reino de hermanos está muy lejos de ser realidad. Y nos pide, como a vos en Nazareth, que demos lo mejor de nosotros para ayudarlo a realizar su Proyecto. María, ¡cómo cuesta decirle sí al Señor! Cómo cuesta decir sí más allá de las palabras, decir sí con los hechos, con actitudes, con gestos... ¡con la vida!
Enséñanos a esperar en el Señor, a confiar en su palabra, a dejarnos guiar por su Espíritu, a llenarnos de su buen humor y  alegría. Enséñanos a escuchar su voz, en la realidad de todos los días, en el sufrimiento de tantos, en las ansías de liberación y cambio, en la sed de justicia de las mayorías. Enséñanos a orar para no perder la Esperanza y para darle raíces sólidas a nuestro actuar. Enséñanos a orar para discernir donde poner los esfuerzos y descubrir nuestro lugar y misión. Enséñanos a orar para no desalentarnos en las dificultades y contratiempos.
María, camina junto a nosotros, acompáñanos madre buena, fortalece nuestra esperanza para que seas el motor de nuestra entrega, el pozo donde beber para seguir, el refugio donde descansar y retomar fuerzas. Anuda nuestra esperanza al proyecto del Padre. Danos firmeza y hasta tozudez para seguir adelante. Llena nuestros corazones de la esperanza que libera para vivir el amor solidario.  Pues lo que se espera se consigue con esfuerzo, con trabajo y con la vida.
Nos confiamos en tus manos para que nos hagas fuertes en la fe comprometidos en la solidaridad y firmes, muy firmes, en la esperanza del Reino. Amén.

martes, 22 de noviembre de 2011

¿Por qué ponemos la CORONA de ADVIENTO?

Pbro. Juan Francisco Espino Godinez
Pontificia Unión Misional
Secretario Nacional

Originalmente la corona de adviento era una tradición de los germanos, que al colgarla sobre sus cabezas iluminada con velas, pedían durante el invierno que llegara la primavera. Sin embargo para nosotros tiene un significado diferente, que el Papa Benedicto XVI ha tomado y rescatado. ¿Te has fijado que en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, se pone la corona de adviento cada año a partir de su pontificado?
     La corona de adviento nos ayuda a prepararnos a la Navidad durante el tiempo de espera, es decir, el Adviento. Cuatro semanas esperamos a que nazca Jesús en Belén, y vamos poco a poco iluminando nuestra corona para dejar ver que aquel que es la luz del mundo se acerca a nosotros.
     Ye ves, una, dos, tres velas iluminadas y entiendes que cada vez está más cerca la Navidad. Cuando la cuarta vela se ilumina ya está casi aquí. El día de la Navidad, en algunos lugares se coloca el Cirio Pascual en medio de la corona, para representar a Jesús recién nacido.
     Conforme iluminamos una a una la velas -la de la tercera semana de color rosa para simbolizar el "Domingo de la alegría"-, vamos recordando que estamos en tiempo de preparación: hemos de hacer un lugar a Jesús en nuestro corazón, en nuestra familia, en nuestra sociedad, en el corazón de la Iglesia y de todos los hombres.
      Así es que ya sabes: prepara tu corona, ponle cuatro velas, tres iguales y una rosa. Antes de encenderla en tu casa, reunidos todos en familia, escuchen el Evangelio del domingo y platiquen de él, oren a Jesús y pídanle que venga, y a la Virgen María y a San José que nos ayuden a estar listos para la llegada de nuestro Señor Jesucristo.
      El Adviento comienza en este año el 27 de noviembre. Preparar en nacimiento de Jesús implica hacer también un cambio en nuestra forma de ser, en nuestro entorno para que sea cada vez mejor. ¡Manos a la obra, preparemos la venida del Señor con un corazón bueno y bien dispuesto!

Tomado del número de noviembre de la revista Sembradores.