Artículo:- Pbro. Lic. Sergio Valdivia (ANGELUS).
Falsos “sacerdotes” administran falsos “sacramentos”
La piratería ha invadido todos los ámbitos, desde el profesional hasta lo sagrado, y la Iglesia, no es la excepción y en los últimos meses con más frecuencia descubrimos que la falsedad y la mentira abarcan y hacen burla de nuestra fe.
Desgraciadamente y con frecuencia, escuchamos que algunas personas son estafadas de diversas maneras por falsos “sacerdotes”. Algunos recorren colonias en la periferia vendiendo “cirios benditos, aceites milagroso, medallas mágicas en contra de enfermedades y males, ‘biblias gigantes’” y otros objetos, que supuestamente serán entregados en misas solemnes en Templos de la Ciudad. Muchas veces no existen estos templos: tal es el caso de la “parroquia del Divino Niño”, o “el templo del Perdón”.
Las personas ingenuas dan una buena cantidad de dinero, y en la fecha indicada, van a buscar lo prometido. Con mucho dolor descubren que no existen esos templos o si los hay, los verdaderos Párrocos no han promovido nada de lo prometido.
En otras ocasiones sobre todo en fiestas, graduaciones, Bodas y Bautizos, cuando las personas han acudido a su parroquia o templo que les corresponde y no han cumplido con los requisitos que la Iglesia pide, buscan algún sacerdote que los “ayude” a cumplir con sus deseos. Y después escuchamos: “¿no se te hizo raro cómo celebró el padrecito?”, “qué extraño como que faltó algo en la ceremonia”, o “este padre es corrupto le das una lana y te hace lo que quieras”, o es “tan bueno que no me pidió ni papeles”, “ni siquiera se enteró que mis compadres no están casados”.
Todos estos son estafadores, que suelen tener mucha simpatía, hábiles para aparentar ser buenos servidores que “entienden” a las personas que quieren una celebración “especial”, en el jardín, en la hacienda, en el hotel, o en el mismo salón de fiestas. Estas personas conocen de cerca los ritos de la iglesia, porque han trabajado como sacristanes o han asistido algunos años en algún seminario.
La voz del Obispo
El Arzobispado desde hace 11 años giró una carta circular a todos los Sacerdotes, Religiosas y Fieles de la Arquidiócesis de Puebla, en donde recuerda que es “al Obispo diocesano, en la Iglesia a él confiada y dentro de los límites de su competencia que le corresponde dar normas obligatorias para todos sobre materia litúrgica garantizando así, que la celebración sea válida, lícita y digna.” (Derecho Canónico 389, párrafo 4). “Para la celebración de los sacramentos del Bautismo, la Eucaristía y el Matrimonio, obsérvese siempre lo prescrito por el can. 857 en sus dos párrafos. Párr. 1 “Fuera del caso de necesidad, el lugar propio para el bautismo es una iglesia u oratorio” Párr. 2: “como norma general, el adulto debe bautizarse en la iglesia parroquial propia y el niño en la iglesia parroquial de sus padres, a no ser que una causa justa aconseje otra cosa.”
Entendiendo como iglesia y oratorio, el concepto que de los mismos se declaran los cc. 1214 y 1223 respectivamente: can 1214. “Por Iglesia se entiende un edificio sagrado destinado al culto divino, al que los fieles tienen derecho a entrar para la celebración, sobre todo pública, del culto divino.” Can. 1223: “Con el nombre de Oratorio se designa un lugar destinado al culto divino con licencia del ordinario, en beneficio de una comunidad o grupo de fieles que acuden allí, al cual también pueden tener acceso otros fieles con el consentimiento del superior competente”
Con base en éste y otros cánones, el Sr. Arzobispo decretó:
1. No se administrará el Bautismo ni se asistirá a un Matrimonio en Oratorios de religiosas.
2. De ninguna manera se administrará el bautismo en casas particulares (can, 860 p.1), ni en los sanatorios u hospitales (can 860 p2.). Y declaro caso de necesidad: la enfermedad grave del que se va a bautizar o de los papás.
3. Dado que en nuestra Arquidiócesis la Eucaristía y el Matrimonio están tan íntimamente unidos, pido a los queridos sacerdotes que se acomoden a las normas de la Iglesia Universal, cánones 932, 1115 y 1118 y, tanto a ellos como a los fieles, ruego encarecidamente que ya no continuemos con los abusos de las celebraciones de estos sacramentos en lugares no sagrados como jardines, salones de hoteles, ruinas arqueológicas, capillas de ex haciendas que no tienen culto habitualmente, etc.
4. La Celebración de la Eucaristía ha de tenerse precisamente en lugar sagrado como dispone el canon 932, por lo que terminantemente prohíbo sea celebrada en casas particulares. Sin embargo, considero particularmente razonable que sea celebrada, obtenida la licencia en la Curia Diocesana, en lugares de trabajo como las fábricas, talleres y mercados teniendo en cuenta que el lugar sea digno y convenientemente dispuesto para la celebración, así como también el altar, los vasos, los ornamentos y los utensilios sagrados.(Circular 6⁄98. 29 de abril de 1998)
¿Cómo prevenir esos abusos?
1. Acuda a su parroquia para los que orienten sobre los requisitos necesarios para la celebración de los sacramentos. Y sobre todo para conocer a sus sacerdotes y no ser sorprendido por “falsos sacerdotes”.
2. En caso de la pérdida de un familiar, acudir a la parroquia más cercana al velatorio o a su propia parroquia para solicitar los servicios correspondientes. En algunos casos los responsables de los velatorios están en complicidad con los falsos sacerdotes, pues suelen darles una comisión.
3. Nunca aceptar a los “sacerdotes” que ofrecen servicios a domicilio o van hasta la puerta de su casa a venderles u ofrecerles “sacramentales” (bendiciones, aceite, cirios, medallas etc.)
4. Exigir al sacerdote que no conozco, su identificación oficial expedida por el Obispo de la Diócesis. Cuidado existen algunas credenciales que son falsas. Y en caso de duda hablar a las oficinas de la Curia al teléfono: 2.32.45.91 el horario de oficina (de lunes a viernes de 9:30 – 13:30 hrs.) o preguntar directamente en las oficinas del Arzobispado: 16 de septiembre, 901.
Recordar que si no es posible encontrar un sacerdote católico más vale no tener la celebración en ese momento, porque las misas o sacramentos que los falsos sacerdotes celebran son una burla a la fe de los fieles, y no tienen ninguna validez.